"Un viaje de mil millas comienza con el primer paso", Lao Tsé
Así que partí con la maleta (una rosa, préstamo de mi hermana... detesto ese color ¬¬), y emprendí el viaje al lugar más árido de Chile.
Una locura; para muchos, algo apresurado, pero ciertamente lo venía meditando desde hace años.No respondo a impulsos, soy demasiado sensata como para ello.
Fue un largo viaje de 22 horas, soportando el llanto de un bebé, los ronquidos de un afortunado ser humano con la conciencia limpia jaja el ruido insoportable que daba la televisión, (con la peor colección de películas que he visto en mi vida) y, por supuesto, el sujeto impertinente del asiento de adelante que me tenía apretada ¬¬
Toda una circunstancia típica, que sin embargo me ofreció una excelente vista. Playas hermosas, verde, mucho verde, hasta que la realidad del desierto me dejó muda.
La primera cosa que le comuniqué a una señora que me preguntó sobre el tema, fue que el desierto me dio la misma sensación que contemplar el profundo océano. Un estado adormecido, intenso, impactante. No sé si es porque soy una artista, que veo las cosas con un deleite mayor.... no, esa primera imagen quedará grabada, aun si no hubiese poseído memoria eidética, la llevaré como un tatuaje eterno.
Después, fue un lío no encontrar habitación, maldita sea, ¿quién me dice creer en la palabra de alguien? Mi hermana, una actriz consumada en el arte de la mentira, desde hace años me ha advertido que no crea tan fácilmente y esta vez, tuvo razón. Más esa fuerza que me mueve pudo conseguirlo todo y ahora me encuentro bien instalada (exceptuando por ciertos hábitos de un par de hombres que desconocen la palabra HIGIENE ¬¬)
¡Me enfermé! Por onceava vez en toda mi vida. Este lugar es extremadamente caluroso, pero el viento es traicionero. Afortunadamente, luego de una incómoda semana en que tosí a la hora de almuerzo (digan si no son comprensivos los viejos jaja), me recuperé.
¡Me enfermé! Por onceava vez en toda mi vida. Este lugar es extremadamente caluroso, pero el viento es traicionero. Afortunadamente, luego de una incómoda semana en que tosí a la hora de almuerzo (digan si no son comprensivos los viejos jaja), me recuperé.
El trabajo ha estado tornándose más pesado, no porque no lo disfrute, sino por la cantidad de papeles que debo entregar. Soy afortunada, me gusta escribir, pero quiero salir de vez en cuando a terreno o involucrarme más en las tareas de los trabajadores. En ciertas ocasiones, los envidio, y desearía estar en su lugar.
Y otro detalle singular, los sermones dados por cierta señora, a quien comenzaré a llamar Umbridge (si son Pottéricos, entenderán). "No te involucres con los trabajadores, no cometas ese error" ¿quién demonios se cree? ¬¬
No vine de tan lejos para eso y si soy honesta, detesto el contacto físico. Con mis amigos íntimos, claro que sí, pero no con personas que apenas conozco.
Más encima, mi labor es relacionarme con ellos, trabajar casi codo a codo, procurarles seguridad en sus labores. ¡Cómo detesté a esa mujer y su estúpida moral!
Tendré un descanso largo por fiestas patrias, lo que me vendrá bien. Todos los que he conocido, me dicen que extrañaré este lugar, que desearé volver. Una parte de mí lo siente, la otra lo deja a la suerte.
Por último, tengo que seguir con la traducción de: "Rosa en flor", cada día lo recuerdo, pero no he tenido tiempo para corregir. Seguiré avanzando el fin de semana con mi trabajo, para quedar libre.
Mis últimas palabras las dedico para felicitar nuevamente a Galileo por el éxito con su libro Heliópolis. Espero que mucha gente vaya por una copia y que yo pueda obtener una para mí, ¡lo deseo tanto!
Saludos, Rina :p
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