Gramos de paciencia

Hace más de una semana que he empezado a reconsiderar todo. Los seres humanos somos propensos a dejarnos llevar por enojos vacíos; sí alguien nos miente, decidimos no volver a creer; sí nos traicionan, no confiamos. Tengo la dicha de haber nacido con memoria fotográfica y eso te pone muchas veces en situaciones que te tornan maniática. Un antiguo amigo mío me inventaba cuentos chinos; un día me contaba cómo había sufrido bullying, al otro día había sido un chico que jamás conoció la violencia. En un principio me hacía gracia, a sabiendas de mi memoria, seguía con sus mentiras. Me gustaría que lo leyera, aunque no sabe que ando por acá. Sólo quisiera comentarle que ahora no me importa; sé de qué va, que meter culpa en mí fue algo que le hizo gracia y que lo entretuvo. Tengo mis defectos,  que son numerosos, pero me precio de ser honesta. Hace más de una semana que vengo al hospital de visita y éstos bellos jardines, sus animales y el hecho de estar en el filo de la vida y la muerte hicieron que un día al llegar a casa y mirarme al espejo me dijera: "olvida... olvida todas las tonterías, a toda la gente falsa, pasa de ellas. Recuerda que amar es crear no destruir y sé feliz, contigo misma y con los tuyos." 

Ya no me importa, dejé de sentirme culpable, de pensar en las veces que me hiciste perder la paciencia, de mis recuerdos de infancia y adolescencia que compartí contigo, de cómo te desnudé mi alma. Adiós y espero que un día te pase lo mismo que vivo, no te deseo sufrir o preocuparte de éste modo, sólo que entiendas que vives en una mentira. 

Au revoir mon ami.