Sigo acostada como una señora dictando órdenes desde su lecho de enferma, a quien sólo le falta un bastón o una campanita para llamar a su mucama.
Vaya que me he entretenido leyendo y traduciendo a Bane, hasta mi risa se tornó gringa hahaha
No creo volverme fan de estas escritoras, pero son muy amenas, y la verdad es que no sé descifrar quien escribe cada cosa, porque están muy mimetizadas. Si alguien pasa por acá que me lo explique y señale, por favor :p
Janita, otra entrada más para ti, hormiga trabajadora :p
I love u!!!
1885
La próxima vez que Magnus
estuvo de regreso en Perú, estuvo trabajando con sus amigos Catarina Loss y
Ragnor Fell. Resulta que Catarina tenía, además de la magia, los poderes
sobrenaturales de persuasión, porque Ragnor había jurado que no volvería a
poner los pies en Perú otra vez y mucho menos en compañía de Magnus. Sin
embargo, los dos habían tenido algunas aventuras en Inglaterra durante la
década de 1870, y la disposición de Ragnor había crecido más hacia Magnus. A
pesar de esto, a cada instante mientras iban caminando por el valle del río
Lurín con su cliente, Ragnor estaba enviando a Magnus pequeñas miradas
sospechosas por el rabillo del ojo.
-Este constante aire de
presentimiento que tienes cuando estás a mi alrededor es perjudicial e
injustificado, ya sabes - dijo Magnus a Ragnor.
-¡Estuve aireando el olor de
mi ropa durante años! ¡Años!- Respondió Ragnor.
-Bueno, debiste haber comprado
ropa más dulcemente perfumada y más elegante- dijo Magnus. -De todos modos, eso
fue hace décadas. ¿Qué te he hecho yo últimamente?
-No peleen en frente del
cliente, muchachos- Catarina imploró en su dulce voz- o les golpearé la cabeza
con tanta fuerza, que sus cráneos se agrietarán como huevos.
-Puedo hablar inglés, ya sabes- dijo Nayaraq,
su cliente, que estaba pagando una suma extremadamente generosa.
La vergüenza descendió sobre todo
el grupo. Llegaron a Pachacamac en silencio; vieron los muros de escombros
apilados, que parecía una escultura gigante, un ingenioso niño de arena.
Había pirámides aquí, pero la
mayoría eran ruinas. Lo que quedaba era desde hace miles de años, sin embargo,
Magnus podía sentir la magia zumbando incluso en los fragmentos de color arena.
-Supe que el oráculo vivió
aquí hace 700 años- anunció Magnus majestuosamente. Nayaraq parecía
impresionado.
Catarina, que conocía la edad
real de Magnus perfectamente bien, no lo hizo.
Magnus había empezado primero a
poner un precio a su magia cuando tenía menos de veinte años. Todavía estaba
creciendo en ese entonces, aun así, no se fijaba en el tiempo como una libélula
atrapada en ámbar, iridiscente y eterna, pero congelada para siempre y un día
en la cárcel de un instante de oro. En el tiempo que se encontraba creciendo en
toda su estatura, y su cara y su cuerpo cambiaban infinitamente todos los días,
cuando aún era un poco más de ser humano de lo que era ahora.
No se podía decir a un cliente
potencial, quién esperaba a un mago sabio y antiguo, que éste no estaba aún
totalmente crecido. Magnus había empezado a mentir acerca de su edad, y nunca había reducido el hábito.
Se tornaba un poco embarazoso
a veces, cuando se olvidó de la mentira que había dicho y a quién. Alguien una vez le había preguntado
qué cómo era Julius Caesar y Magnus lo había mirado durante demasiado tiempo, y
dijo: -¿No es alto?
Magnus miró a su alrededor en la arena situada cerca de las paredes, y en los bordes agrietados del desmoronamiento de los muros, como si la piedra fuera pan y una mano descuidada hubiese arrancado un trozo a distancia. Mantuvo cuidadosamente el aire indiferente de alguien que había estado aquí antes y había estado muy bien vestido al mismo tiempo.
“Pachacamac” significaba: “Señor
de los Temblores." Afortunadamente, Nayaraq no quería que crearan una.
Magnus nunca había creado un terremoto a propósito y prefería no pensar en
accidentes desafortunados de su juventud.
Lo que Nayaraq quería era el
tesoro que la madre de la madre de la madre de su madre, una hermosa chica
noble que vivía en el Acllahuasi; la casa de las mujeres elegidas por el sol,
había escondido cuando los conquistadores habían venido.
Magnus no estaba seguro de por
qué ella lo quería, porque parecía tener el dinero suficiente, pero no se le
pagaba para interrogarla. Caminaron durante horas bajo el sol y la sombra, por
los muros en ruinas que llevaban las marcas de tiempo y las débiles impresiones
de frescos, hasta encontrar lo que ella buscaba.
Cuando las piedras se
retiraron de la pared y el tesoro fue excavado, el sol golpeó el oro y la cara
de Nayaraq al mismo tiempo. Fue entonces cuando Magnus entendió que Nayaraq no
había estado buscando oro, en verdad se trataba de algo real en su pasado.
Ella sabía de los subterráneos
debido a que había sido tomada por las hadas una vez; más esto no era una
ilusión o espejismo, este oro brillando en sus manos, ya que una vez había
brillado en las manos de su antecesora.
-Gracias a todos ustedes-
dijo, y Magnus comprendió y por un momento casi la envidiaba.
Cuando ella se fue, Catarina
dejó caer su propio glamour para revelar la piel azul y el pelo blanco, que
deslumbró en la luz del sol moribundo.
-Ahora que eso está arreglado,
tengo algo que proponer. He estado celosa por años sobre todas las aventuras
que ustedes dos tuvieron en Perú. ¿Qué dicen de continuar aquí por un tiempo?
-Absolutamente- dijo Magnus.
Catarina juntó las manos.
Ragnor frunció el ceño. - Por
supuesto que no.
-No te preocupes, Ragnor- dijo
Magnus descuidadamente. -Estoy bastante seguro de que nadie que recuerde la
incomprensión pirata sigue vivo. Y los monos definitivamente no siguen aún
después de mí. Además, ya sabes lo que esto significa.
-No quiero hacer esto, y no lo
voy a disfrutar- dijo Ragnor. - Me voy de una vez, pero sería cruel abandonar a
una dama en un país extranjero con un loco.
-Estoy muy contenta de que
todos estamos de acuerdo- dijo Catarina.
-Vamos a ser un triunvirato de
temer- informó Magnus a Catarina y a Ragnor con deleite. -Eso significa el
triple de aventura.
Más tarde se enteraron de que
eran criminales buscados por profanar un templo, pero, sin embargo, que no era
la razón, ni el tiempo, por el que Magnus había sido vetado de Perú.
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