domingo, 29 de abril de 2012

Siempre en azul [1]

Ay, Bee, te añoré todo este tiempo sin leerte ^^


Por otra parte y nada que ver con esto, ¡El martes será mi día!
Es una tontería para algunos, pero me muero de ganas de ver a Stephen Hawking en The Big Bang Theory T_T 


Me hizo comprender la belleza de la física, del cosmos y bueno, creo que gracias a ese amor pude concentrarme en tener buenas notas en esa materia :p


Ahora, Paola, aunque sea en un domingo, me siento feliz de cumplir con la semana prometida para la traducción. Espero que te guste y gracias por contribuir a la creación de entradas de mi blog y por distraerme la mente, como le he dicho a muchas personas ^^


“El único paraíso es el paraíso perdido”
                     -Marcel Proust-

Gilda era la misma, como siempre lo había sido. Y qué alivio también, se encontró pensando Lena. Era buena cosa poder contar con la vanidad humana y el avance de la condición física enloquecida requería de  esteras y espejos.

No sería igual en un corto tiempo más. Las cosas eran diferentes, las cosas habían desaparecido.

Carmen, por ejemplo, lo había hecho.


-Realmente, no puedo ver cómo podemos hacer esto sin Carmen-  dijo Tibby. Como era su costumbre, había llevado su cámara de vídeo para la posteridad, pero ella no la había encendido. Nadie estaba muy segura de cuándo comenzaría dicha posteridad, o si tal vez, ya  había iniciado.



-Así que, quizás, no debemos intentarlo-  dijo Bee - Tal vez, deberíamos esperar hasta que podamos hacerlo juntas.



Lena había traído las velas, pero ella no las había prendido. Tibby había traído el ceremonial  de los malos años ochenta, la música de aeróbic, pero no la había puesto.
Bee había puesto valientemente las  copas de Gummi, los gusanos y los Cheetos, pero ninguna estaba comiendo.



-¿Cuándo podría ser? - Tibby les preguntó. -En serio, creo que hemos estado tratando de vernos desde el pasado mes de septiembre y no creo que haya ocurrido alguna vez. 



-¿Qué hay de Acción de Gracias?- Lena le preguntó.



-¿Recuerdas que yo tenía que ir a Cincinnati para el cumpleaños cien de la bisabuela  de Felicia?- dijo  Tibby


- Oh, sí. Y ella tuvo un accidente cerebro- vascular - dijo Bee. -Eso fue después de la fiesta.


-Y Carmen se fue a Florida durante la Navidad - dijo Lena. - Y ustedes dos estaban en Nueva York en Año Nuevo.

-Muy bien, así que ¿qué hay de dos fines de semana a partir de ahora? Carmen estará de regreso para entonces, ¿no es cierto? 



-Sí, pero mis clases comienzan el veinte de junio. -  Lena juntó las manos sobre sus rodillas, sus grandes pies descalzos sobre el piso  pegajoso de pino. -No se puede perder el primer día de la pose o voy a terminar atrapada en una esquina o mirando a la rótula de la modelo durante un mes. 



-Está bien, el cuatro de julio, entonces-  dijo Tibby razonable. -Nadie tiene escuela o cualquier cosa ese viernes. Podríamos reunirnos de nuevo aquí para un largo fin de semana. 



Bee se desató el zapato.  – Tengo un vuelo a Estambul el 24 de junio.

- ¿Tan pronto? ¿No puedes irte después?- le preguntó Tibby.



La cara de Bridget se llenó de pesar. -El programa nos puso a todos en este vuelo charter. De lo contrario, tendrías que añadir otros miles de dólares y encontrar tu propio camino hasta el lugar.



- ¿Cómo  Carmen puede perderse esto?- Tibby les preguntó.



Lena sabía lo que quería decir. No estaba bien para ninguna de ellas perderse este ritual, pero especialmente,  no para Carmen, a quien le había importado tanto.



Bee miró a su alrededor. -  ¿Perderse qué, sin embargo?-  -preguntó, como retándolas a negarlo.



-Este no es realmente el inicio, ¿verdad? - Ella hizo un gesto hacia los pantalones, lo dobló obedientemente en el centro de su triángulo. - Quiero decir, no oficialmente. Lo hemos estado usando durante todo el año escolar. No es como los otros veranos, cuando éste era el inicio y todo. -Lena no estaba segura de si se sentía reconfortada o contrariada por esta declaración.



-Quizás eso es cierto- dijo Tibby. -Tal vez, no es necesario “el lanzamiento” en este verano.



-Debemos, al menos, dejar lista esta noche, la rotación- dijo Lena. -Carmen, sólo tendrá que vivir con ello.

- ¿Por qué no mantener la misma rotación que hemos tenido hasta ahora? - sugirió Bridget, enderezando las piernas delante de ella. – No hay razón para cambiarla sólo porque es verano.



Lena se mordió la piel alrededor de la uña del pulgar y consideró la verdad práctica de esto.


El verano solía ser diferente. Era el momento en que se iban de casa, se separaban, vivían vidas separadas con diez semanas de duración, y contaban con los pantalones para mantenerlas juntas hasta que se reunieran.  Ahora el  verano sería más de lo mismo. Estar separadas no era la excepción, Lena reconoció, era el rol.


“¿Cuándo estaremos  todas, otra vez,  en casa?”  Eso era lo que quería saber.

Pero cuando pensaba en ello, lógicamente, lo sabía: No era sólo la respuesta  la que había cambiado, era la pregunta. ¿Ya no sería más su hogar? ¿Qué contaría como el status quo? El hogar era un tiempo y  este, había pasado.


Ninguna  estaba comiendo los gusanos de Gummi. Lena sentía que comería una o  lloraría.

-Así que vamos a mantener la rotación-  repitió ella tristemente.- Creo que conseguiré la que viene.



-Lo he escrito- dijo Tibby. - Listo.



-Bueno. - Lena miró su reloj.  - ¿Deberíamos irnos?

- Supongo - dijo Tibby.



-¿Quieren parar en el restaurante Tastee de camino a casa?- preguntó  Bridget.



-Sí-  dijo Tibby, recogiendo los efectos de un ritual que no había ocurrido. - Tal vez, podríamos ver una película después. No puedo tolerar  a  mis padres esta noche. 



-¿A qué hora  se irán mañana?- preguntó  Bee.



-Creo que tomaremos  el tren de  las diez -  dijo Tibby. Lena y Tibby se irían juntas: Tibby bajaría en Nueva York para comenzar sus clases de cine y su trabajo  en Movieworld, y Lena se dirigiría a  Providence para cambiar los dormitorios para el verano. Bee pasaría un tiempo en casa antes de irse a Turquía.



Lena se dio cuenta que ella no quería ir a casa por el momento tampoco.

Recogió los pantalones y los  acunó brevemente. Tenía una sensación que no podía nombrar exactamente, pero sabía que no había tenido relación con los pantalones anteriormente. Ella había sentido agradecimiento, admiración, confianza.

Lo que ella sentía en ese momento aún contenía todo eso, pero esa noche se mezcló con un leve sabor de desesperación.



“Si no los tuviésemos, no sé lo que haríamos” se encontró pensando, mientras Bee abría la puerta de Gilda,  que se cerró detrás de ellas y caminaron lentamente por las  oscuras escaleras.


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