viernes, 24 de mayo de 2013

La Hermandad del Pantalón Viajero: Siempre en Azul, "Y ellos olvidan mientras crecen"

Querida Carma:

Te entrego esta traducción, y no sólo porque te la debía... sólo que quería recordarte que eres una persona increíble, un tanto dramática.. pero vamos, ¿quién no ama a una persona dramática? haha Si entiendes lo que quiero expresar :p

Fue una genial idea no perderte de vista e invitarte al grupo y siento que soy egoísta por querer que grandes luces me alumbren hasta en lo más oscuro, pero entenderás, y eso es lo maravilloso, que entiendes quién soy al máximo, aún si cómo las demás sabes que hago todo lo posible por esconderme del resto de la gente.

Y no piensas que podría salir eso de una Bee glamorosa cómo el exterior me ve...

Te quiero mucho, y gracias por permitirme ser tu amiga ^^

PD1: Algún día sabré cómo incluirte en whats app hahaha
PD2: Gracias por la imagen para la traducción, te quedó increíble.




… Y ellos olvidan mientras crecen

E.E Cummings

Habían tantas cosas que dabas por sentado. Existían tantas cosas  de las que casi no te dabas cuenta hasta que ya no estaban. En el caso de Carmen, una de esas cosas era su identidad. Ella  la había tenido una vez, pensó mientras se ponía el último de los puntales  en el teatro oscuro y vacío.

Había sido la única hija de una madre soltera, había sido la cuarta miembro de un cuarteto famoso e inseparable, había sido una estudiante matemática destacada, una chica a la moda, una buena bailarina, una fanática del control, una vaga. Una residente del departamento  4F.
Estas cosas se habían acabo, o, por el momento, al menos, eran indetectables. Había llegado sin nada para reemplazarlos; excepto tal vez Julia. Ella tuvo la suerte de contar con ella.
Lo ideal sería que crecieras en una casa con una familia y luego te fueras a la universidad. Dejando a tu casa y familia allí, esperando por tu regreso. Dejando un agujero de aproximadamente el tamaño y la forma tuya. Tenías que ir a casa y llenarlo de vez en cuando.
Tal vez esto era sólo una ilusión, porque nada se mantuvo igual.

No podías esperar a que tu familia se sentara allí en animación suspendida hasta que volvieras. Eso requería de un narcisismo infantil que ni Carmen se permitía. (Bueno, tal vez ella podría tener un poco.) Pero y ¿qué si era una ilusión? Las ilusiones pueden ser muy útiles a veces.
Lo importante era que la casa se quedó donde estaba y tú, tenías que moverte. Siempre podías trazar tu ubicación en el mundo por tu relación con ella. “Estoy tan lejos de casa”,  podrías pensar, cuando, digamos,  estuvieras en China. “Estoy tan cerca de ella”, podrías pensar, al girar la última curva y verla de nuevo.

Como a  la madre de Carmen le gusta señalar, los adolescentes y los niños son muy parecidos. A ambos les gustaba dejar a su madre, mientras su madre no se moviera.
Bueno, la madre de Carmen lo hizo. Era un blanco móvil. Su hogar junto a ella había quedado atrás  y ya no estaba. Carmen no podía volver a ella.
En lo que se refiere a Carmen, hizo la salida mucho más difícil. También hizo el trazado de su ubicación muy difícil por cierto.

Durante los primeros siete meses del año escolar, nada se sentía familiar y nada parecía real. A excepción de, tal vez, los alimentos. Se sentía como si hubiera salió del paso del tiempo. Notó que había ido más allá, pero  no participaba, sólo se limitó a esperar, preguntándose cuando su vida iba a empezar de nuevo. Anteriormente, ella vivía a lo grande, realmente lo hizo. Era ambiciosa, bonita, era una jovencita de color.
Ahora se sentía como un fantasma. La pálida comida de la cafetería la convirtieron en  pálida y almidonada, borraron sus líneas.

Ella dependía demasiado de su contexto para conocerse a sí misma. Los rostros de sus amigas y de su madre eran espejos para ella. Sin ellos no podía verse a sí misma, se perdía. Primero se había dado cuenta de ello ese verano extraño y solitario en Carolina del Sur cuando conoció a su segunda familia.


Ella y Win Sawyer, el chico que había conocido el verano pasado, se habían reunido un par de veces en el otoño, pero deliberadamente había dejado que se fuera de la pista. No sabía ni cómo hacerse lo suficientemente reconocible o simpática cuando estaba con él. No tenía nada que ofrecer.

Resultó que no era muy buena para hacer amigos. Ese era uno de los problemas que venían de tener tres amigas, ya hechas, prácticamente esperando a nacer para que pudieran entablar amistad contigo. Ella no había tenido que trabajar ese músculo que se utilizaba para hacer amigos, dudaba que incluso tuviera ese músculo. Su primer error fue creer que ella y su compañera de cuarto, Lissa Greco, serían amigas al instante, y que su relación sería un trampolín para la consecuencia social. Lissa la puso derecha con bastante rapidez, había llegado a Williams con sus dos mejores amigas del colegio, era petulante y socavaba a Carmen, no estaba buscando a otra amiga. Acusó a Carmen de robar su ropa.

En un principio Carmen estaba desorientada por su soledad y quería desesperadamente ver  a Tibby, Bee y a Lena.
Pero a medida que pasaba el tiempo, empezó a evitarlas de manera sutil. No quería admitir frente a ellas o a sí misma que no estaba del todo haciendo el camino de la universidad que ella había esperado. Una vez, fue a Providence y vio a Bee en su gloria, sus amigas del fútbol, ​​su gloriosa compañera de cuarto, sus amigos de comida, sus amigos de fiesta, sus amigos de la biblioteca. Vio a Lena en su diferente tipo de gloria, tranquila en el estudio, rodeada por sus hermosos dibujos. El fin de semana que pasó en Nueva York con Tibby, eran tres de ellos en la habitación, incluyendo a Brian, y Tibby ganó un premio departamental por su primer cortometraje.

Carmen no quería que la visitaran, donde no tenía ninguna gloria en absoluto. No quería que la vieran así.
Conoció a Julia hacia el final del invierno en el departamento de teatro, donde Carmen estaba firmando  para una clase de dramaturgia. Julia la confundió con una actriz de teatro. ¿Has trabajado en series?- le había preguntado a Carmen.
Carmen no podía entender que ella le estuviera hablando. -¿Yo?-por fin preguntó. No estaba segura de qué era más sorprendente: que Julia se la llevara a un set o que Julia estuviera hablando con ella.

-Qué bajo he caído- pensó Carmen miserablemente. Nadie en la escuela secundaria la habría confundido con una actriz. Ella había sido una de las chicas lindas, sobre todo hacia el final de la secundaria, donde enseñaba su ombligo con camisetas diminutas. Ella coqueteaba descaradamente, llevaba lápiz labial rojo para tomar sus exámenes SAT.

Carmen trató de juntar un poco de dignidad- No, yo no soy realmente una persona de set- dijo ella.

-Oh, vamos. Todo el mundo es una persona de set. Jeremy Rodas está dirigiendo una producción de: El milagro de Ana Sullivan, para la semana mayor, y estamos desesperados- explicó Julia. Carmen reconoció a Julia de la cafetería. Ella era una de los pocos estudiantes de primer año que las personas conocían.

Ella era hermosa y algo dramática en su aspecto, con su piel pálida y su pelo largo y negro. Llevaba chaquetas vintage y  largas faldas bohemias e hizo un poco de ruido con sus diferentes pasadores, collares y brazaletes, era pequeña y delgada, pero utilizaba los gestos de  una persona  de gran tamaño que sabía que estaba siendo observada.

-Bueno, lo siento- dijo Carmen.

-Quiero saber si  cambias de opinión, ¿de acuerdo?- Dijo Julia- Es un grupo genial de personas, muy unido-Carmen asintió y huyó, pero no pensó en ello. Pensó con nostalgia en tener cosas que hacer y  gente realmente" cool " con quién hacerlas.
Julia se acercó a ella de nuevo en la cafetería un par de semanas más tarde.
-Hey, ¿cómo te va?-

Carmen se sintió cohibida porque estaba comiendo sola. Ella se debatía entre ser infeliz  y que Julia la estuviera viendo de esta manera y ser feliz y que todo el resto de la gente no la viera con Julia.

-Estoy bien- dijo Carmen.

- ¿Entraste a la clase de escritura?

-No-dijo Carmen- ¿Cómo va la obra?

-Muy bien- Julia sonrió con un aire triunfador- Sigo buscando gente para unirse al grupo.

-Oh, ¿sí?

-Sí. Realmente deberías pensar en ello. Jeremy es muy cool. Sólo hay tres actuaciones y no comenzarán hasta después de los exámenes. ¿Por qué no vienes esta noche? Tenemos un ensayo a las siete. Sólo debes ver lo que piensas.

-Gracias- dijo Carmen, sintiéndose absurdamente agradecida;  agradecida de que Julia se hubiera fijado en ella, se acordara de ella, hablara con ella, la invitara a algo. ¿Julia sabía lo sola que estaba aquí? - Tal vez lo sepa- se dijo ella.
Tan agradecida estaba que  probablemente hubiera estado de acuerdo si Julia la hubiese  invitado a beber Kool-Aid envenenado.

Y así fue como, una semana más tarde, Carmen se encontró de pie en una escalera llevando un cinturón de herramientas. Si sus amigas la vieran, no la reconocerían. Nadie en su clase con la que  se graduó de la secundaria la reconocería. O por lo menos, ella esperaba que no lo hicieran. No se reconocía a sí misma. Pero realmente, ¿quién era ella? ¿Quién?
Si lo supiera, ella probablemente no estaría de pie en la escalera llevando puesto el cinturón de herramientas.

Y ahora, seis semanas después de que Carmen estuviera haciendo lo mismo, ya había perdido su sentimiento de lo absurdo. Ella pertenecía allí más que a ninguna otra parte. Tú podrías acostumbrarte a casi cualquier cosa.
Y ella apreciaba tener algo que hacer, un lugar para ir después de la cena, además de su dormitorio. Apreciaba que Julia fuera amable con ella. Julia la presentó. Ella se aseguró de que si el reparto y el equipo iban a tomar capuchinos después del ensayo, Carmen llegaría también.
Carmen agradeció la impresión hilarante de Lissa  con la que Julia la animó cuando su compañera de cuarto hizo algo desagradable.

En el grupo de teatro, que incluía a muchos alumnos de segundo ciclo, Carmen sintió que era una agregada para Julia, un bajo presupuesto  de amiga parásito. Tenía que recordarle a la gente  su nombre con demasiada frecuencia, pero aún así, era mejor estar fuera como una amiga de Julia que comer dulces en su habitación como un don nadie.
De vez en cuando sentía lástima de sí misma. Se sentía como el príncipe en: "The Prince and the Pauper, siendo confundido con alguien importante.

-¿Sabes quién soy?- pensó- ¿Sabes quiénes son mis amigas?

Pero en realidad, si alguien la llamara, ¿qué diría? Tal vez podría responder a la segunda pregunta, pero ni siquiera sabía la respuesta a la primera.

-¿Adónde quieres llegar con esto?- preguntó silenciosamente  Julia,  semanas más tarde, cuando ella cubrió la falda de Julia por tercera vez y Julia le dio un apretón de agradecimiento. Eso era lo que no podía entender.
Cuando Julia se acercó a ella en abril con folletos del Festival de Teatro de Verano Village en Vermont, Carmen se sobresaltó y, por supuesto, lo agradeció.

-Estas son las producciones a gran escala con una gran cantidad de muy conocidos actores- dijo Julia. -¿Quieres hacerlo? Es a mediados de junio hasta la segunda semana de agosto. Es difícil entrar en acción, pero siempre están buscando tripulación. Podría ser una gran experiencia.

Carmen estaba tan contenta de ser invitada, que de no ser por ello se habría acordado de la única razón  por la que le habían pedido ir. Más tarde, ella tendría que conseguir que sus padres estuvieran de acuerdo en pagar.

-Carmen, ¿desde cuándo estás interesada en el teatro?- su padre había querido saber cuando ella lo llamó para pedir la hora. Ella lo había alcanzado en su teléfono móvil de camino a casa desde la oficina.

-Desde…  no lo sé... Desde ahora.

-Bueno, supongo que siempre ha sido dramática- reflexionó en voz alta.

-Muchas gracias, papá- Este era el tipo de cosas que tenías que aguantar cuando pedías dinero.

-Quiero decir que, en el mejor sentido, conejita. Realmente lo creo

- Bueno- dijo ella firmemente.


-Y te recuerdo que fuiste la fiera zanahoria en la ensalada en tu obra de primer grado.

-El tomate. De todos modos, no estoy actuando

 -Entonces, ¿qué estás haciendo?

 -Cosas detrás de escena.

-¿Cosas detrás de escena?- Él actuó como si hubiera dicho que iba a comer sus propios oídos.

-Sí- Estaba empezando a ponerse a la defensiva.

-Carmen, cariño, nunca has hecho nada detrás de las escenas en tu vida.

Estaba en un buen humor hablador, ¿no? pensó sombríamente.

-Así que tal vez ya era hora- dijo.

Lo oyó apagar el contacto del coche. Estaba tranquilo. -Conejita, si esto es realmente lo que quieres, entonces estoy dispuesto a pagar por ello- dijo.

Era más fácil cuando estaba siendo molesto. Cuando él estaba muy bien,  ella se encontraba con que en realidad tenía que pensar.
¿Era lo que quería? Pensó en Julia o ¿sólo era que Carmen quería sentirse querida?

Ella hizo un balance de sus opciones. Bee iba a Turquía, Tibby estaba tomando clases en Nueva York, y Lena estaría en Providence. Su madre y David habían abandonado su apartamento, su hogar y se habían ido a una gran casa en las afueras, en una calle  de la que nunca había oído hablar.

-Es realmente lo que quiero- dijo.




Bridget se quedó en el cuarto de baño en busca de un cepillo de dientes en el desordenado botiquín, notando cuánto tiempo había pasado desde que había estado una noche en casa.
No era producto de algún diseño, era sólo una cosa y luego otra. En Acción de Gracias, se había quedado hasta tan tarde hablando a Lena que terminó dormida en el sofá. Ella había estado en Nueva York durante las vacaciones de Navidad; primero con Eric  en lo alto de la ciudad, y luego en el centro con Tibby. Había ido a Alabama para visitar a Greta para las vacaciones de primavera. Ella había tomado buses toda la noche para el tiempo en que llegó a casa en febrero.

Y ahora, en vísperas de su viaje a una excavación en un remoto lugar al otro lado del mundo, ella aterrizaba en casa.

Mantuvo los ojos al frente en el pasillo. Ella no quería ver lo mucho que la alfombra necesitaba ser aspirada, no iba a pasar su poco tiempo aquí limpiando la estúpida casa.
En su habitación tamizó con impaciencia en su bolso de lona otra vez, no se sentía como dejando cualquiera de su mercancía en los estantes. Tenía montones de ropa que lavar, pero ella no lo haría aquí; mantuvo sus puntos de contacto al mínimo: sus pies y cualquier pequeño espacio en  el piso que haya sido necesario poner en el fondo de su bolsa.  Sentarse o acostarse extendería ese contacto incómodo. Recordó su viaje de camping en el séptimo grado, el guardabosques les enseñó el principio de bajo impacto de la acampada.

-“Cuando dejen el bosque, háganlo como si nunca hubiesen estado ahí." Así fue como ella vivía en su propia casa. Vida de bajo impacto. Ella comía más, bebía más, se echaba a reír más, respiraba, dormía más en cualquiera de las casas de sus amigas que en la propia.

Llamó a la puerta de Perry… volvió a llamar. Ella sabía que él estaba allí. Finalmente empujó la puerta.
Estaba mirando la pantalla del ordenador. Tenía grandes auriculares puestos, que eran el motivo por el que no la había oído.
¿Cómo sería distinto, con su padre y su hermano y sus malditos audífonos? La casa estaba tan silenciosa como una cripta.

-¡Hey!- dijo, alrededor de un pie de su oreja. Levantó la vista, desorientado. Se quitó los auriculares. No estaba acostumbrado a ser molestado.

Estaba enfrascado en uno de esos juegos de guerra en línea que había estado jugando desde el comienzo de la escuela secundaria. Él no quería hablar, quería volver a su juego.

-¿Tienes un cepillo de dientes de repuesto en alguna parte? Pensé que había echado el mío, pero no lo encuentro- Siempre se sentía optimista y ruidosa en esta casa.

-¿Cómo?

-Un cepillo de dientes extra. ¿Tienes uno?

Él negó con la cabeza sin pensar en ello- Uh-uh. Lo siento- Volvió los ojos hacia la pantalla. Bridget se quedó mirando a su hermano. Por alguna razón pensó en Eric, y con ese pensamiento llegó el amanecer de un determinado conjunto de hechos objetivos. Sí, su familia la hartaba. En sus mejores días estaban excéntricos, no estaban contentos, no lo estaban ni de cerca, pero aún así.

Aquí ella estaba de pie delante de Perry, su propio hermano, su hermano gemelo, ¡por el amor de Dios!, a quien apenas había visto este año.

Empujó una pila de revistas techie del camino y se sentó  en su escritorio. Iba a hablar con su hermano. No habían tenido una sola conversación real desde la Navidad.

Dejando la culpabilidad, ella podría torturarlo- ¿Cómo va la escuela? - Buscó a tientas con algo en la parte posterior de su monitor- ¿Qué has estado tomando este semestre? ¿Hiciste la clase de vida salvaje?
Él continuó hurgando; la miró una vez, ilusoriamente.

-Hey, ¿Perry?

-Sí. Oh, lo siento- dijo- Dejó el ordenador por sí solo- De hecho, me he tomado el tiempo en este semestre-  Habló hacia el brazo de su silla.

-¿Qué?

-Sí. No he estado tomando clases este semestre.

 -¿Por qué no?

Su mirada estaba en blanco. No estaba acostumbrado a tener que responder a las preguntas. No estaba acostumbrado a tener que exponer su vida o a explicar sus decisiones.

-¿Qué dijo papá?-preguntó ella.

-¿Papá?

-Sí

-Nosotros realmente no hablamos de ello.

-Realmente no lo discutieron- Ella hablaba un poco demasiado rápido, demasiado fuerte. Perry hizo una mueca como si sus oídos dolieran.

-¿Él lo sabe?

Los ojos de Perry no participaron. Ella sentía como si estuviera hablando a través de un sistema de megafonía y no específicamente a él. No le importaba si él no la miraba, se obligó a mirarlo. Quería verlo con ojos objetivos.

Su pelo había sido siempre más oscuro que el de ella, y ahora se había vuelto completamente marrón, probablemente acelerado por su permanencia en el interior todo el tiempo. Tenía una desatendida pelusa  en el labio superior,  por lo demás parecía que apenas había entrado en la pubertad. Ella apartó la mirada,  con una sensación de agitación en su pecho.

Él era tan ligero y ella tan alta que era un milagro que se relacionaran, sólo por ser gemelos. Pero entonces, tal vez no había nada de qué asombrarse. Tal vez era la parte de la cruda dualidad de haber nacido juntos.


Lo que uno tenía, el otro no. Y Bridget siempre había sido fuerte. No podía dejar de imaginarse a los dos cargando en el estómago de su madre, tomando  los recursos que podían.
Era el problema de suma cero con los gemelos. Si uno era inteligente, el otro se sentía tonto. Si uno era mandón, el otro era manso. La ecuación era demasiado fácil.

Bridget sabía que siempre había tomado más que su parte justa, pero ¿era su trabajo quedarse pequeña para animarle a él a ser grande? Si ella se retirara, ¿Podría él presentarse? ¿Era su culpa que él hubiera salido de esta forma?

-Supongo que papá sabe- respondió Perry finalmente.

Ella se puso de pie. Se sentía frustrada. ¿Qué estaba haciendo Perry si no iba a la escuela? No tenía un trabajo. ¿Tenía algún amigo? ¿Alguna vez salía de su habitación? -Nos vemos más tarde- dijo con firmeza.

-Podrías preguntarle- dijo.

Ella se dio la vuelta- ¿Preguntarle a quién?

- A Papá.

-¿Acerca de qué?

-Sobre el cepillo de dientes.

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