Querida Carma:
Te entrego esta traducción, y no sólo porque te la debía... sólo que quería recordarte que eres una persona increíble, un tanto dramática.. pero vamos, ¿quién no ama a una persona dramática? haha Si entiendes lo que quiero expresar :p
Fue una genial idea no perderte de vista e invitarte al grupo y siento que soy egoísta por querer que grandes luces me alumbren hasta en lo más oscuro, pero entenderás, y eso es lo maravilloso, que entiendes quién soy al máximo, aún si cómo las demás sabes que hago todo lo posible por esconderme del resto de la gente.
Y no piensas que podría salir eso de una Bee glamorosa cómo el exterior me ve...
Te quiero mucho, y gracias por permitirme ser tu amiga ^^
PD1: Algún día sabré cómo incluirte en whats app hahaha
PD2: Gracias por la imagen para la traducción, te quedó increíble.
… Y ellos olvidan
mientras crecen
E.E Cummings
Habían tantas cosas
que dabas por sentado. Existían tantas cosas de las que casi no te dabas cuenta hasta que
ya no estaban. En el caso de Carmen, una de esas cosas era su identidad. Ella la había tenido una vez, pensó mientras se
ponía el último de los puntales en el
teatro oscuro y vacío.
Había sido la única
hija de una madre soltera, había sido la cuarta miembro de un cuarteto famoso e
inseparable, había sido una estudiante matemática destacada, una chica a la
moda, una buena bailarina, una fanática del control, una vaga. Una residente
del departamento 4F.
Estas cosas se habían
acabo, o, por el momento, al menos, eran indetectables. Había llegado sin nada
para reemplazarlos; excepto tal vez Julia. Ella tuvo la suerte de contar con
ella.
Lo ideal sería que
crecieras en una casa con una familia y luego te fueras a la universidad.
Dejando a tu casa y familia allí, esperando por tu regreso. Dejando un agujero
de aproximadamente el tamaño y la forma tuya. Tenías que ir a casa y llenarlo
de vez en cuando.
Tal vez esto era sólo una ilusión, porque nada se mantuvo igual.
No podías esperar a
que tu familia se sentara allí en animación suspendida hasta que volvieras. Eso
requería de un narcisismo infantil que ni Carmen se permitía. (Bueno, tal vez
ella podría tener un poco.) Pero y ¿qué si era una ilusión? Las ilusiones
pueden ser muy útiles a veces.
Lo importante era
que la casa se quedó donde estaba y tú, tenías que moverte. Siempre podías
trazar tu ubicación en el mundo por tu relación con ella. “Estoy tan lejos de
casa”, podrías pensar, cuando, digamos, estuvieras en China. “Estoy tan cerca de ella”,
podrías pensar, al girar la última curva y verla de nuevo.
Como a la madre de Carmen le gusta señalar, los
adolescentes y los niños son muy parecidos. A ambos les gustaba dejar a su madre,
mientras su madre no se moviera.
Bueno, la madre de Carmen lo hizo. Era un blanco móvil. Su hogar junto a
ella había quedado atrás y ya no estaba.
Carmen no podía volver a ella.
En lo que se
refiere a Carmen, hizo la salida mucho
más difícil. También hizo el trazado de su ubicación muy difícil por cierto.
Durante los
primeros siete meses del año escolar, nada se sentía familiar y nada parecía
real. A excepción de, tal vez, los alimentos. Se sentía como si hubiera salió
del paso del tiempo. Notó que había ido más allá, pero no participaba, sólo se limitó a esperar,
preguntándose cuando su vida iba a empezar de nuevo. Anteriormente, ella vivía a
lo grande, realmente lo hizo. Era ambiciosa, bonita, era una jovencita de color.
Ahora se sentía
como un fantasma. La pálida comida de la cafetería la convirtieron en pálida y almidonada, borraron sus líneas.
Ella dependía
demasiado de su contexto para conocerse a sí misma. Los rostros de sus amigas y
de su madre eran espejos para ella. Sin ellos no podía verse a sí misma, se
perdía. Primero se había dado cuenta de ello ese verano extraño y solitario en
Carolina del Sur cuando conoció a su segunda familia.
Ella y Win Sawyer,
el chico que había conocido el verano pasado, se habían reunido un par de veces
en el otoño, pero deliberadamente había dejado que se fuera de la pista. No
sabía ni cómo hacerse lo suficientemente reconocible o simpática cuando estaba
con él. No tenía nada que ofrecer.
Resultó que no era
muy buena para hacer amigos. Ese era uno de los problemas que venían de tener
tres amigas, ya hechas, prácticamente esperando a nacer para que pudieran
entablar amistad contigo. Ella no había tenido que trabajar ese músculo que se
utilizaba para hacer amigos, dudaba que incluso tuviera ese músculo. Su primer
error fue creer que ella y su compañera de cuarto, Lissa Greco, serían amigas
al instante, y que su relación sería un trampolín para la consecuencia social.
Lissa la puso derecha con bastante rapidez, había llegado a Williams con sus
dos mejores amigas del colegio, era petulante y socavaba a Carmen, no estaba
buscando a otra amiga. Acusó a Carmen de robar su ropa.
En un principio
Carmen estaba desorientada por su soledad y quería desesperadamente ver a Tibby, Bee y a Lena.
Pero a medida que pasaba el tiempo, empezó a evitarlas de manera sutil. No
quería admitir frente a ellas o a sí misma que no estaba del todo haciendo el
camino de la universidad que ella había esperado. Una vez, fue a Providence y
vio a Bee en su gloria, sus amigas del fútbol, su gloriosa compañera de
cuarto, sus amigos de comida, sus amigos de fiesta, sus amigos de la
biblioteca. Vio a Lena en su diferente tipo de gloria, tranquila en el estudio,
rodeada por sus hermosos dibujos. El fin de semana que pasó en Nueva York con
Tibby, eran tres de ellos en la habitación, incluyendo a Brian, y Tibby ganó un
premio departamental por su primer cortometraje.
Carmen no quería que la visitaran, donde no
tenía ninguna gloria en absoluto. No quería que la vieran así.
Conoció a Julia
hacia el final del invierno en el departamento de teatro, donde Carmen estaba
firmando para una clase de dramaturgia.
Julia la confundió con una actriz de teatro. ¿Has trabajado en series?- le
había preguntado a Carmen.
Carmen no podía
entender que ella le estuviera hablando. -¿Yo?-por fin preguntó. No estaba
segura de qué era más sorprendente: que Julia se la llevara a un set o que
Julia estuviera hablando con ella.
-Qué bajo he caído-
pensó Carmen miserablemente. Nadie en la escuela secundaria la habría confundido
con una actriz. Ella había sido una de las chicas lindas, sobre todo hacia el
final de la secundaria, donde enseñaba su ombligo con camisetas diminutas. Ella
coqueteaba descaradamente, llevaba lápiz labial rojo para tomar sus exámenes
SAT.
Carmen trató de
juntar un poco de dignidad- No, yo no soy realmente una persona de set- dijo
ella.
-Oh, vamos. Todo el
mundo es una persona de set. Jeremy Rodas está dirigiendo una producción de: El
milagro de Ana Sullivan, para la semana mayor, y estamos desesperados- explicó
Julia. Carmen reconoció a Julia de la cafetería. Ella era una de los pocos
estudiantes de primer año que las personas conocían.
Ella era hermosa y
algo dramática en su aspecto, con su piel pálida y su pelo largo y negro.
Llevaba chaquetas vintage y largas
faldas bohemias e hizo un poco de ruido con sus diferentes pasadores, collares
y brazaletes, era pequeña y delgada, pero utilizaba los gestos de una persona
de gran tamaño que sabía que estaba siendo observada.
-Bueno, lo siento-
dijo Carmen.
-Quiero saber si cambias de opinión, ¿de acuerdo?- Dijo Julia- Es
un grupo genial de personas, muy unido-Carmen asintió y huyó, pero no pensó en
ello. Pensó con nostalgia en tener cosas que hacer y gente realmente" cool " con quién
hacerlas.
Julia se acercó a
ella de nuevo en la cafetería un par de semanas más tarde.
-Hey, ¿cómo te va?-
Carmen se sintió
cohibida porque estaba comiendo sola. Ella se debatía entre ser infeliz y que Julia la estuviera viendo de esta manera
y ser feliz y que todo el resto de la gente no la viera con Julia.
-Estoy bien- dijo
Carmen.
- ¿Entraste a la
clase de escritura?
-No-dijo Carmen-
¿Cómo va la obra?
-Muy bien- Julia
sonrió con un aire triunfador- Sigo buscando gente para unirse al grupo.
-Oh, ¿sí?
-Sí. Realmente deberías
pensar en ello. Jeremy es muy cool. Sólo hay tres actuaciones y no comenzarán
hasta después de los exámenes. ¿Por qué no vienes esta noche? Tenemos un ensayo
a las siete. Sólo debes ver lo que piensas.
-Gracias- dijo
Carmen, sintiéndose absurdamente agradecida;
agradecida de que Julia se hubiera fijado en ella, se acordara de ella,
hablara con ella, la invitara a algo. ¿Julia sabía lo sola que estaba aquí? -
Tal vez lo sepa- se dijo ella.
Tan agradecida
estaba que probablemente hubiera estado
de acuerdo si Julia la hubiese invitado
a beber Kool-Aid envenenado.
Y así fue como, una
semana más tarde, Carmen se encontró de pie en una escalera llevando un cinturón
de herramientas. Si sus amigas la vieran, no la reconocerían. Nadie en su clase
con la que se graduó de la secundaria la
reconocería. O por lo menos, ella esperaba que no lo hicieran. No se reconocía
a sí misma. Pero realmente, ¿quién era ella? ¿Quién?
Si lo supiera, ella
probablemente no estaría de pie en la escalera llevando puesto el cinturón de
herramientas.
Y ahora, seis semanas
después de que Carmen estuviera haciendo lo mismo, ya había perdido su
sentimiento de lo absurdo. Ella pertenecía allí más que a ninguna otra parte.
Tú podrías acostumbrarte a casi cualquier cosa.
Y ella apreciaba
tener algo que hacer, un lugar para ir después de la cena, además de su
dormitorio. Apreciaba que Julia fuera amable con ella. Julia la presentó. Ella
se aseguró de que si el reparto y el equipo iban a tomar capuchinos después del
ensayo, Carmen llegaría también.
Carmen agradeció la
impresión hilarante de Lissa con la que
Julia la animó cuando su compañera de cuarto hizo algo desagradable.
En el grupo de
teatro, que incluía a muchos alumnos de segundo ciclo, Carmen sintió que era
una agregada para Julia, un bajo presupuesto de amiga parásito. Tenía que recordarle a la
gente su nombre con demasiada
frecuencia, pero aún así, era mejor estar fuera como una amiga de Julia que
comer dulces en su habitación como un don nadie.
De vez en cuando
sentía lástima de sí misma. Se sentía como el príncipe en: "The Prince and
the Pauper, siendo confundido con alguien importante.
-¿Sabes quién soy?-
pensó- ¿Sabes quiénes son mis amigas?
Pero en realidad, si alguien la llamara, ¿qué diría? Tal vez podría
responder a la segunda pregunta, pero ni siquiera sabía la respuesta a la
primera.
-¿Adónde quieres
llegar con esto?- preguntó silenciosamente
Julia, semanas más tarde, cuando
ella cubrió la falda de Julia por tercera vez y Julia le dio un apretón de
agradecimiento. Eso era lo que no podía entender.
Cuando Julia se
acercó a ella en abril con folletos del Festival de Teatro de Verano Village en
Vermont, Carmen se sobresaltó y, por supuesto, lo agradeció.
-Estas son las
producciones a gran escala con una gran cantidad de muy conocidos actores- dijo
Julia. -¿Quieres hacerlo? Es a mediados de junio hasta la segunda semana de
agosto. Es difícil entrar en acción, pero siempre están buscando tripulación. Podría
ser una gran experiencia.
Carmen estaba tan contenta
de ser invitada, que de no ser por ello se habría acordado de la única razón por la que le habían pedido ir. Más tarde,
ella tendría que conseguir que sus padres estuvieran de acuerdo en pagar.
-Carmen, ¿desde cuándo
estás interesada en el teatro?- su padre había querido saber cuando ella lo
llamó para pedir la hora. Ella lo había alcanzado en su teléfono móvil de
camino a casa desde la oficina.
-Desde… no lo sé... Desde ahora.
-Bueno, supongo que
siempre ha sido dramática- reflexionó en voz alta.
-Muchas gracias, papá-
Este era el tipo de cosas que tenías que aguantar cuando pedías dinero.
-Quiero decir que,
en el mejor sentido, conejita. Realmente lo creo
- Bueno- dijo ella firmemente.
-Y te recuerdo que
fuiste la fiera zanahoria en la ensalada en tu obra de primer grado.
-El tomate. De
todos modos, no estoy actuando
-Entonces, ¿qué estás haciendo?
-Cosas detrás de escena.
-¿Cosas detrás de
escena?- Él actuó como si hubiera dicho que iba a comer sus propios oídos.
-Sí- Estaba empezando
a ponerse a la defensiva.
-Carmen, cariño,
nunca has hecho nada detrás de las escenas en tu vida.
Estaba en un buen
humor hablador, ¿no? pensó sombríamente.
-Así que tal vez ya
era hora- dijo.
Lo oyó apagar el
contacto del coche. Estaba tranquilo. -Conejita, si esto es realmente lo que
quieres, entonces estoy dispuesto a pagar por ello- dijo.
Era más fácil
cuando estaba siendo molesto. Cuando él estaba muy bien, ella se encontraba con que en realidad tenía
que pensar.
¿Era lo que quería?
Pensó en Julia o ¿sólo era que Carmen quería sentirse querida?
Ella hizo un
balance de sus opciones. Bee iba a Turquía, Tibby estaba tomando clases en
Nueva York, y Lena estaría en Providence. Su madre y David habían abandonado su
apartamento, su hogar y se habían ido a una gran casa en las afueras, en una
calle de la que nunca había oído hablar.
-Es realmente lo
que quiero- dijo.
Bridget se quedó en
el cuarto de baño en busca de un cepillo de dientes en el desordenado botiquín,
notando cuánto tiempo había pasado desde que había estado una noche en casa.
No era producto de
algún diseño, era sólo una cosa y luego otra. En Acción de Gracias, se había
quedado hasta tan tarde hablando a Lena que terminó dormida en el sofá. Ella
había estado en Nueva York durante las vacaciones de Navidad; primero con Eric en lo alto de la ciudad, y luego en el centro
con Tibby. Había ido a Alabama para visitar a Greta para las vacaciones de
primavera. Ella había tomado buses toda la noche para el tiempo en que llegó a
casa en febrero.
Y ahora, en vísperas de su viaje a una excavación en un remoto lugar al
otro lado del mundo, ella aterrizaba en casa.
Mantuvo los ojos al
frente en el pasillo. Ella no quería ver lo mucho que la alfombra necesitaba
ser aspirada, no iba a pasar su poco tiempo aquí limpiando la estúpida casa.
En su habitación
tamizó con impaciencia en su bolso de lona otra vez, no se sentía como dejando cualquiera
de su mercancía en los estantes. Tenía montones de ropa que lavar, pero ella no
lo haría aquí; mantuvo sus puntos de contacto al mínimo: sus pies y cualquier
pequeño espacio en el piso que haya sido
necesario poner en el fondo de su bolsa.
Sentarse o acostarse extendería ese contacto incómodo. Recordó su viaje
de camping en el séptimo grado, el guardabosques les enseñó el principio de
bajo impacto de la acampada.
-“Cuando dejen el
bosque, háganlo como si nunca hubiesen estado ahí." Así fue como ella
vivía en su propia casa. Vida de bajo impacto. Ella comía más, bebía más, se
echaba a reír más, respiraba, dormía más en cualquiera de las casas de sus
amigas que en la propia.
Llamó a la puerta de Perry… volvió a llamar. Ella sabía que él estaba
allí. Finalmente empujó la puerta.
Estaba mirando la
pantalla del ordenador. Tenía grandes auriculares puestos, que eran el motivo
por el que no la había oído.
¿Cómo sería
distinto, con su padre y su hermano y sus malditos audífonos? La casa estaba tan
silenciosa como una cripta.
-¡Hey!- dijo,
alrededor de un pie de su oreja. Levantó la vista, desorientado. Se quitó los
auriculares. No estaba acostumbrado a ser molestado.
Estaba enfrascado
en uno de esos juegos de guerra en línea que había estado jugando desde el
comienzo de la escuela secundaria. Él no quería hablar, quería volver a su
juego.
-¿Tienes un cepillo de dientes de repuesto en alguna parte? Pensé que
había echado el mío, pero no lo encuentro- Siempre se sentía optimista y
ruidosa en esta casa.
-¿Cómo?
-Un cepillo de
dientes extra. ¿Tienes uno?
Él negó con la
cabeza sin pensar en ello- Uh-uh. Lo siento- Volvió los ojos hacia la pantalla.
Bridget se quedó mirando a su hermano. Por alguna razón pensó en Eric, y con
ese pensamiento llegó el amanecer de un determinado conjunto de hechos objetivos.
Sí, su familia la hartaba. En sus mejores días estaban excéntricos, no estaban
contentos, no lo estaban ni de cerca, pero aún así.
Aquí ella estaba de
pie delante de Perry, su propio hermano, su hermano gemelo, ¡por el amor de
Dios!, a quien apenas había visto este año.
Empujó una pila de revistas
techie del camino y se sentó en su
escritorio. Iba a hablar con su hermano. No habían tenido una sola conversación
real desde la Navidad.
Dejando la
culpabilidad, ella podría torturarlo- ¿Cómo va la escuela? - Buscó a tientas
con algo en la parte posterior de su monitor- ¿Qué has estado tomando este
semestre? ¿Hiciste la clase de vida salvaje?
Él continuó
hurgando; la miró una vez, ilusoriamente.
-Hey, ¿Perry?
-Sí. Oh, lo siento-
dijo- Dejó el ordenador por sí solo- De hecho, me he tomado el tiempo en este
semestre- Habló hacia el brazo de su
silla.
-¿Qué?
-Sí. No he estado
tomando clases este semestre.
-¿Por qué no?
Su mirada estaba en
blanco. No estaba acostumbrado a tener que responder a las preguntas. No estaba
acostumbrado a tener que exponer su vida o a explicar sus decisiones.
-¿Qué dijo
papá?-preguntó ella.
-¿Papá?
-Sí
-Nosotros realmente
no hablamos de ello.
-Realmente no lo
discutieron- Ella hablaba un poco demasiado rápido, demasiado fuerte. Perry
hizo una mueca como si sus oídos dolieran.
-¿Él lo sabe?
Los ojos de Perry
no participaron. Ella sentía como si estuviera hablando a través de un sistema
de megafonía y no específicamente a él. No le importaba si él no la miraba, se
obligó a mirarlo. Quería verlo con ojos objetivos.
Su pelo había sido
siempre más oscuro que el de ella, y ahora se había vuelto completamente
marrón, probablemente acelerado por su permanencia en el interior todo el
tiempo. Tenía una desatendida pelusa en
el labio superior, por lo demás parecía
que apenas había entrado en la pubertad. Ella apartó la mirada, con una sensación de agitación en su pecho.
Él era tan ligero y
ella tan alta que era un milagro que se relacionaran, sólo por ser gemelos.
Pero entonces, tal vez no había nada de qué asombrarse. Tal vez era la parte de
la cruda dualidad de haber nacido juntos.
Lo que uno tenía, el otro no. Y Bridget siempre había sido fuerte. No
podía dejar de imaginarse a los dos cargando en el estómago de su madre,
tomando los recursos que podían.
Era el problema de
suma cero con los gemelos. Si uno era inteligente, el otro se sentía tonto. Si
uno era mandón, el otro era manso. La ecuación era demasiado fácil.
Bridget sabía que siempre había tomado más que su parte justa, pero ¿era
su trabajo quedarse pequeña para animarle a él a ser grande? Si ella se
retirara, ¿Podría él presentarse? ¿Era su culpa que él hubiera salido de esta
forma?
-Supongo que papá
sabe- respondió Perry finalmente.
Ella se puso de
pie. Se sentía frustrada. ¿Qué estaba haciendo Perry si no iba a la escuela? No
tenía un trabajo. ¿Tenía algún amigo? ¿Alguna vez salía de su habitación? -Nos
vemos más tarde- dijo con firmeza.
-Podrías
preguntarle- dijo.
Ella se dio la
vuelta- ¿Preguntarle a quién?
- A Papá.
-¿Acerca de qué?
-Sobre el cepillo de
dientes.
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