domingo, 10 de febrero de 2013

Rosa en Flor: Capítulo XVIII: ¿Cuál era?


¡Al fin terminé! Siento haberme demorado, pero como el día sábado trabajé, decidí dejar este día para hacer algo productivo y para dormir bien.
Lo siento por ti Nadir, que has esperado tanto, si es que estás aun por ahí.

Mac es mi favorito ahora que soy adulta, ya ni recuerdo cuál era el encanto que me ofrecía el alma atormentada de Charlie haha
Entonces, acá aparece este personaje maravilloso (tan ficticio en la realidad que siento deseos de llorar de desesperación ¬¬)

Saludos desde el horroroso clima seco del desierto y mañana u otro día corregiré más, que ahora se me cierran los ojos y ni con fósforos levanto los párpados.



Capítulo XVIII
¿Cuál era?

Rosa leyó, procesó, y encontró sus días mucho más ricos por la buena compañía que ella mantenía, para introducirse a todo lo que  era sabio, bello y verdadero, que  no podía dejar de hacer que ese mes fuese inolvidable. No era extraño que mientras el joven admiraba más el "heroísmo" y  la "autosuficiencia", la chica prefiriera el  "Amor" y la "Amistad", leyendo una y otra vez  poemas en prosa, como ellos lo eran, con el acompañamiento adecuado de sol, la soledad y la simpatía, las cartas iban y venían con una regularidad digna de elogio.


Rose disfrutaba mucho esta correspondencia, y se encontró lamentando que hubiese llegado a su fin cuando ella se fue a casa en septiembre,  Mac escribía mejor de lo que él hablaba, aunque podía hacerlo muy bien cuando quería. Pero ella no tenía ninguna posibilidad de expresar placer o arrepentimiento, la primera vez que lo vio después de su regreso, el gran cambio en su apariencia le hizo olvidar todo lo demás. Algunos caprichos se habían apoderado de él, estaba afeitado y rapado, y cuando se presentó para recibir a Rosa, ella apenas lo reconoció. El cabello lanudo había sido recortado y bien cepillado, la barba marrón querida había desaparecido por completo, mostrando  una boca bien cortada y una linda barba que le daba una nueva expresión al rostro.



-¿Estás tratando de parecerte a Keats? -preguntó, después de una mirada crítica, que la dejó sin decidir si el cambio era favorable o no.


-Estoy tratando de no lucir como el tío- respondió Mac fríamente.


-Y, ¿por qué, si eres tan amable?-  exigió Rosa sorprendiéndose mucho.


-Porque yo prefiero lucir como yo, y no parecerme a ningún otro hombre, sin importar qué tan bueno o grande sea.


-Pues, no has tenido éxito, porque ahora luces, muy parecido al joven  Augusto joven- respondió Rosa, bastante satisfecha en general al ver  su nuevo aspecto.
-¡Confiar en una mujer para encontrar una comparación para todo bajo el sol!-  Mac se echó a reír, en absoluto halagado por la que acaba de hacer. -¿Qué piensas de mí, en su conjunto? -le preguntó un minuto después, cuando se encontró con Rosa aún escrutando  con un aire meditativo.


-No he tomado mi decisión. Es un cambio tan completo, no te conozco, y siento como si debiera ser presentada. Ciertamente pareces mucho más ordenado, y me imagino que me gustara cuando me acostumbre a ver a un hombre de aspecto un poco distinguido por la casa en lugar de mi viejo amigo Orson -respondió Rosa, con su cabeza hacia un lado para obtener una vista de perfil.


-No se lo digas a tío por qué ya lo hice, por favor, él piensa que fue para volverme cool y le gusta, así que no hagas caso. Ellos están acostumbrados a mí, y no me importa -dijo Mac, discurriendo la habitación como si después de todo, estuviese avergonzado de su capricho.

-No, no lo haré, pero no debes darle importancia si no soy tan sociable como siempre por un tiempo. Nunca puedo estar con extraños, y realmente pareces uno. Será un castigo por tu afición al gusto y tu amor por la originalidad- respondió Rosa, decidida a castigarlo por la leve puesta  sobre su querido tío.


-Como quieras. No te molestaré mucho, de todos modos, porque  voy a estar muy ocupado. Puede que vaya a L este invierno, si el tío piensa que es lo mejor, y entonces mi "originalidad" no te podrá molestar.


-Espero que no vayas. Por qué, Mac, cuando estoy llegando a conocerte y a disfrutar de ti, y cuando  pensamos que sería mejor tener un buen tiempo de este invierno leyendo algo juntos, ¿Te tienes que ir?-  Y Rosa pareció olvidar su extrañeza, mientras ella lo sostenía aún por un botón mientras hablaba.


- Eso estaría bien, pero siento como si tuviera que ir por mis planes  que ya están hechos, y he puesto mi corazón en ello- respondió Mac, que parecía tan ansioso que Rosa lo liberó, diciendo con tristeza:

-Supongo que es natural que todos ustedes se pongan inquietos y presionen, pero es difícil para mí dejar ir a uno detrás del otro y quedarme aquí sola. Charlie se ha ido, Archie y Steve están envueltos en sus amores, los chicos lejos, y sólo Jamie queda para jugar con Rosa.


- Pero voy a regresar, y te alegrarás de que vuelva a ti- Mac de repente  comenzó con entusiasmo, luego se detuvo abruptamente a morder los labios, como si hubiera estado cerca de decir demasiado.
-¿Tu qué?-  Rosa le preguntó con curiosidad, porque no se veía ni se comportaba como él mismo.


-Se me olvidó cuánto tiempo se tarda en obtener un diploma-dijo él, alejándose de nuevo.


-Habrá algo confortable si vas a ver a Febe y me puedes decir todo sobre ella, porque es tan modesta, no hay modo que ella lo haga. Me falta saber cómo se las arregla de ahora en adelante, si ella está comprometida a cantar baladas en los conciertos que ellos comentan para el próximo invierno. Tendrás que escribir, ¿verdad?


-¡Oh, sí! No lo dudes-  Y Mac se rió por lo bajo de sí mismo mientras él se inclinaba un poco para mirar a  la Psique que estaba sobre la repisa de la chimenea. - ¡Qué cosa más bonita es! - añadió con seriedad mientras la tomaba.
-Ten cuidado. El Tío me lo dio el Año Nuevo pasado, y estoy muy encariñada con ella. Está levantando su lámpara para ver cómo es  Cupido, porque ella no lo ha visto aun- dijo Rosa, ocupada poniendo su mesa de trabajo en orden.


-Debes tener un Cupido para que ella lo mire. Ha estado esperando pacientemente un año entero, sin nada más que un lagarto de bronce a la vista- dijo Mac  con una mirada medio tímida, medio atrevida que era tan nueva y sorprendente.


-Cupido  huyó tan pronto como ella lo despertó, ya sabes, y  le dio un mal rato. Ella debe esperar tiempo hasta que pueda encontrarlo y conservarlo.
-¿Sabes que se parece a ti? Cabello atado en un nudo, y una especie de rostro espiritual. ¿No lo ves?- preguntó Mac, volteando un poco  la grácil figura hacia ella.



-Nada de eso. ¡Me pregunto a quien me pareceré luego! He sido comparada con un ángel de Fra Angelico, Santa Inés, y ahora; ‘Syke’ como Annabel una vez la llamara


-Verás lo que quiero decir; si alguna vez has visto tu propia cara cuando estabas escuchando música, hablando con seriedad, o moviéndote mucho, entonces tu alma se mete en tus ojos y te pareces a Psique.


-Dime la próxima vez que me veas en un estado 'alma', y voy a mirar en el espejo, porque me gustaría ver si está sucediendo- dijo Rosa alegremente mientras se ordenan sus agradables estambres.


-“Tus pies sobre los pastos crecidos, moviéndote suave como un viento;
me alcanzaste en abril, con una rostro hecho de una rosa” – Murmuró Mac en voz baja, pensando en la figura blanca que subía una cuesta verde un día de verano, y luego, como si reprendiéndose a sí mismo por su sentimentalismo, puso a Psique hacia abajo con mucho cuidado y empezó a hablar de un curso de lectura sólida para el invierno.


Después de eso, Rosa vio muy poco de él durante varias semanas, ya que parecía estar recuperando el tiempo perdido y estaba más extraño y ausente que nunca cuando él apareció.


Mientras ella se acostumbraba al cambio en su apariencia externa, descubrió que él se estaba alterando rápidamente por otros medios y observó al "caballero de aspecto distinguido" con mucho interés, diciendo para sus adentros, cuando vio un nuevo tipo de dignidad sobre él alternando con una inquietud inusual de los modales, y de vez en cuando un toque de sentimiento: "El genio está latente, tal como lo predije.


Mientras la familia estaba de luto, no hubo festejos en el cumpleaños 21 de Rosa, a pesar que los muchachos habían planeado todo tipo de festejos. Todos se sintieron particularmente tiernos hacia su chica en ese día, recordando cómo el "pobre Charlie" la había amado, y lo intentaron mostrando en los regalos y en los buenos deseos que le enviaban. Encontró a su santuario brillando con hojas de otoño, y sobre la mesa tantas cosas raras y bonitas, que se olvidó que ella era una heredera, y sólo sintió lo rica que estaba en amigos queridos.



Un gran regalo le gustó, aunque no pudo evitar sonreír ante la fuente de donde vino, porque Mac le envió un Cupido; no el niño regordete con cara de alegría juguetona, si no un joven esbelto con alas apoyado en su arco sin encordar, con una flecha rota a sus pies. Un poema: "A Psique", vino con él, y Rosa estuvo muy sorprendida por la belleza de las líneas, ya que, en lugar de ser ingeniosas, complementarias o alegres, había algo más noble que un mero sentimiento en ellas, y la dulce vieja fábula volvió a vivir en un lenguaje que bien coordinado, pintaba el alma de una soltera en busca de un amor digno de poseerlo.


Rosa las leyó una y otra vez mientras se sentaba entre el dorado y las hojas rojas que glorificaban a su pequeña habitación, y cada vez iba encontrando una nueva profundidad y belleza en ellas, en busca de las palabras que hacían música en sus oídos a las formas hermosas que hablan con su silencio grácil ante sus ojos. Todo le quedaba exactamente, era tan delicado y perfecto en su camino, porque estaba cansada de regalos costosos, y valoró mucho esta prueba de gusto de su primo y su talento, sin ver nada en ello si no un deseo afectuoso hacia ell


El resto cayó en  intervalos durante el día para decir una palabra de amor, y por último, llegó Mac. Rosa había pasado un rato estando a solas con Dulce, disfrutando de una espléndida puesta de sol desde la ventana del oeste, que octubre le daba a su niña unas buenas noches hermosas.

Rosa se dio la vuelta cuando entró y dejando a la niña, se acercó a él con el  nocturno color rojo brillante en su cara feliz mientras ella decía con gratitud:

-Querido Mac, fue tan hermoso que no sé cómo darte las gracias, de cualquier manera, salvo esta-  Y, sacando la cabeza por lo  alto y le dio el beso de cumpleaños que ella le había dado a todos las demás.


Pero esta vez se produjo un efecto singular, porque Mac se volvió escarlata, luego palideció, y cuando Rosa agregó en broma, pensando aliviar la timidez de un poeta tan joven:

-Nunca más digas que no escribes poesía, o llames a tus versos basura.  Sabía que eras un genio, y ahora estoy segura de ello.

 El gritó en contra de su voluntad:

-No, no es  de un genio, esto es amor - Luego, a medida que ella se encogía un poco, sorprendida en su energía, agregó, con un esfuerzo de autocontrol que hizo que su voz sonara extraña  -Yo no tenía intención de hablar, pero no puedo sufrir engañándote así. Tengo que decir la verdad, y no dejar que me beses como un primo cuando te amo con todo mi corazón y alma.


-¡Oh, Mac, no bromees!- gritó Rosa desconcertada por esta repentina mirada en un corazón que pensó que conocía tan bien.


-Estoy siendo sincero y solemne - respondió de manera constante, en un tono tan tranquilo que, si no fuera por la emoción de su rostro pálido, podría haber dudado de sus palabras. - Enójate, si  quiere, lo esperaba, porque yo sé que es demasiado pronto para hablar. Debo esperar durante años, tal vez, pero parecías tan feliz que me atreví a esperar que lo hubieras olvidado.


-¿Olvidado?- le preguntó Rosa  bruscamente.


-  A Charlie.


-¡Ah! Todos ustedes insisten en creer que lo amaba más de lo que en verdad lo hacía!-gritó, con el dolor y la impaciencia en su voz, por la ilusión de su familia, intentándolo mucho a veces.


-¿Cómo podemos evitarlo, cuando era todo lo que las mujeres más admiran?- dijo Mac, no con amargura, si no como si se preguntara a veces por su falta de discernimiento.


-Yo no admiro la debilidad de ningún tipo, que yo nunca podría amar sin existir una pizca de confianza o de respeto. Hazme la justicia de creerlo, porque estoy cansada de ser compadecida.


Ella habló casi con pasión, estando más emocionada por el sentimiento reprimido de Mac de lo que había estado alguna vez con la demostración más conmovedora de Charlie, aunque no sabía por qué.


-¡Pero él te amaba tanto!- comenzó Mac, sintiendo como si una barrera hubiese desaparecido de repente hacia abajo, pero no se atrevía a aventurarse tan pronto.


-¡Esa fue la parte más difícil de esto! Por eso intenté amarlo, por qué yo esperaba que estuviera firme por mí, sino por sí mismo, y por eso me pareció tan triste a veces no ser capaz de ayudar despreciándolo por su falta de coraje. No sé cómo se sienten los otros, pero, para mí, el amor no lo es todo. Tengo que mirar hacia arriba, no hacia abajo,  actuando confiada y con honor de todo corazón, y encontrar la fuerza y ​​la integridad para inclinarme. La he tenido hasta ahora, y sé que no podría vivir sin ella.


-Tu ideal es uno alto. ¿Esperas encontrarlo, Rosa?-  preguntó Mac, sintiendo, con la humildad de un verdadero amor, que él no podía darle todo lo que ella deseaba.

-Sí-  respondió ella, con la cara llena de hermosa confianza en la virtud, el deseo instintivo de lo mejor que muchos de nosotros perdemos demasiado pronto, para encontrarlo de nuevo después de las grandes lecciones de la vida aprendidas bien. -Espero encontrarlo, porque yo trato de no ser irracional y esperar la perfección. Sonríe si quieres, pero no voy a renunciar a mi héroe todavía-  y  trató de hablar a la ligera, con la esperanza de alejarse de un tema más peligroso.


-Vas a tener que buscar un buen rato, me temo-  y todo el brillo había desaparecido del rostro de Mac, ya que entendía su deseo y sabía que su respuesta había sido dada.


-Tengo al tío para que me ayude, y creo que mi ideal surgió de mi conocimiento de él. ¿Cómo puedo dejar de creer en la bondad, cuando él me muestra lo que puede ser y hacer?


-No tiene sentido para mí decir nada más, porque tengo muy poco que ofrecer. No quise decir nada hasta que me ganara el derecho de esperar algo a cambio. No puedo retractarme, pero te puedo desear éxito, y lo hago, porque te mereces lo mejor.-  Y Mac se movía como si él se hubiera quedado sin más palabras, aceptando lo inevitable como valientemente como pudo.


-Gracias, eso  me hace sentir muy ingrata y cruel. Me gustaría poder contestar como quieres que lo haga porque, en realidad, querido Mac, soy muy aficionada a ti a mi modo-  y Rosa lo miró con tan tierna compasión y afecto sincero en su rostro, que no era de extrañar que el pobre hombre quedara atrapado en un rayo de esperanza y, animándose de pronto, dijo a su propia manera extraña:

-¿No podrías llevarme a juicio, mientras estás esperando un verdadero héroe? Puede que pasen años antes de que lo encuentres, mientras tanto, podrías estar practicando en mí formas que podrían ser útiles cuando lo consigas.


-¡Oh, Mac! ¿Qué voy a hacer contigo?-exclamó Rosa, tan curiosamente afectada por este característico cortejo que ella no sabía si reír o llorar, porque él la miraba con el corazón en los ojos, aunque su propuesta era más extraña de la que jamás se había hecho.

-Sólo seguir siendo aficionada a mí a tu modo, y déjame amarte tanto al mío. Voy a tratar de estar satisfecho con eso.-  Y tomó ambas manos tan suplicante que se sentía más ingrata que nunca.


-No, no sería justo, porque  te gusto más y, si el héroe hiciera aparición, ¿qué sería de ti?


-Debería parecerse al tío Alec en una cosa al menos; fidelidad, porque mi primer amor sería el último.


Eso fue directo al corazón de Rose, y por un momento se quedó en silencio, mirando a las dos manos fuertes que la suya en poder tan firme y tan suavemente, y la idea pasó por su mente:

-¿Debe él, también, ser solitario durante toda su vida? No tengo ningún amante querido cómo mi madre tenía, ¿por qué no puedo hacerlo feliz y olvidarme de mí misma?

No parecía muy difícil, y era dueña de eso, aun cuando se dijo que la compasión no era equivalente al amor. Quería darle todo lo que podía, y mantener la mayor cantidad de afecto de Mac mientras ella honestamente pudiera, porque parecía crecer más dulce y precioso cuando pensaba conservarlo.


-Serás como el tío en formas más felices que esa, sé que tú también debes tener un alto ideal y encontrarla y ser feliz-  dijo ella, resuelto a ser fiel a la voz de la conciencia, no a dejarse llevar por el impulso del momento.


-La he encontrado, pero no veo ninguna perspectiva de felicidad, ¿verdad? -le preguntó con nostalgia.

-Querido Mac, no puedo darte el amor que quieres, pero yo confío en ti y te respeto desde el fondo de mi corazón, si eso sirve de consuelo-  comenzó Rosa, mirando con los ojos llenos de arrepentimiento por el dolor que su respuesta debía estar causando.

Sin embargo, ella no pudo continuar, porque aquellas últimas palabras efectuaron un cambio maravilloso en Mac. Dejó caer las manos, se puso de pie, como inspirado con súbita energía y esperanza, mientras en su rostro se asomaba una mirada valiente, brillante, que por el momento lo convirtió en un hombre noble y atractivo que ni siquiera el apuesto príncipe había sido.

- ¡Es un alivio!- dijo, en un tono de gratitud que le tocó mucho. - Dijiste que tu amor debe basarse en el respeto, y eso es lo que tú me has dado, ¿por qué no puedo ganar me el resto? No soy nada ahora, pero todo es posible cuando uno ama con todo su corazón, alma y fuerza. Rosa, seré tu héroe si un hombre mortal puede, a pesar de que deba trabajar y esperar durante años. Voy a hacer que me ames, y estará encantado de hacerlo. No tengas miedo. No he perdido el juicio, tan sólo lo he encontrado. No preguntaré,  nunca hablaré de mi esperanza, pero no servirá de nada para detenerme. Tengo que intentarlo, y  tendré éxito.


Estas últimas palabras, pronunciadas con un tono vibrante, mientras su rostro resplandecía, sus ojos brillaban, y parecía como si se hubiese realizado por la pasión que él poseía, Mac salió precipitadamente de la habitación, como deseoso de cambiar palabras a los hechos y comenzar su tarea de una  vez.


Rosa estaba tan asombrada por todo esto que se sentó temblando un poco, no por el miedo o la ira, sino un placer medio grato, medio dolorido, y el sentido de un poder nuevo sutil, fuerte y dulce que había entrado en su vida. Parecía como si otro Mac hubiese  tomado el lugar del que ella había conocido siempre; un hombre apasionado, ambicioso, listo para cualquier trabajo ahora que el momento mágico llegaba cuando parecía posible amar. Si la esperanza podría surtir un cambio maravilloso por un momento, ¿no podía hacerlo la felicidad para toda la vida? Sería un experimento interesante para probar, pensó, recordando la iluminación repentina que hizo que ese rostro familiar resultara a la vez hermoso y extraño.


No podía dejar de preguntarse cuánto tiempo este sentimiento insospechado había estado creciendo en su corazón y se sentía perpleja ante su manifestación peculiar, ya que ella nunca había tenido un pretendiente como este antes; sin embargo se sentía halagada y no podía dejar de sentirse honrada por un amor tan genuino y generoso, porque parecía a la vez  tener a un hombre en Mac, y uno varonil, también, que no estaba intimidado por la decepción, pero podría  "esperar contra toda esperanza" y resolver que ella lo amaría aunque le tomara años  hacerlo.
Allí estaba el encanto de la novedad de este tipo de cortejo, y trató de adivinar cómo él  iba a ponerse en ello, sintió curiosidad por ver cómo se comportaría la próxima vez que se encontraran, y estaba medio enojada consigo misma por no ser capaz de decidir cómo debía actuar. Mientras más lo pensaba, más desconcertada estaba, por haber tomado la decisión de que Mac era un genio, perturbando así todos sus planes para encontrar un enamorado, y ese era uno ardiente. Como era imposible predecir lo que vendría después, se dio por vencida tratando de prepararse para ello y, cansada de vanas especulaciones, llevó a Dulce a la cama, deseando poder esconder sus problemas de amor tan silenciosa y cómodamente como lo hizo en su corto sueño.



Simple y sincero en todas las cosas, Mac le dio a Rosa una nueva sorpresa al mantener su promesa en la carta no pedía nada de ella, no mencionó nada de su esperanza, y continuó como si no hubiera pasado nada, absolutamente en la forma cordial de antaño. No, no del todo, de vez en cuando, cuando menos lo esperaba, veía de nuevo la expresión indescriptible en su rostro, una mirada que parecía arrojar un rayo de sol repentino sobre ella, haciendo que sus ojos cayeran involuntariamente, su  color ascendiera, y su corazón latiera más rápido por un momento. Ni una palabra  dijo él, pero sintió que una nueva atmósfera la rodeaba cuando estaba cerca, y aunque él no utilizó ninguno de los pequeños halagos que la  mayoría de los pretendientes emplean para mantener la llama encendida, era imposible olvidar que debajo de su quietud había un mundo oculto de fuego y fuerza lista para aparecer en una caricia, en una palabra de ella.


Esto era un conocimiento bastante peligroso para Rosa, y pronto comenzó a sentir que había más tentaciones sutiles de lo que había esperado, pues era imposible estar inconsciente de su poder, o siempre resistir las pruebas que diariamente llegaban sin buscarlas. Nunca había sentido ese deseo antes, porque Charlie era el único que había tocado su corazón, y él estaba preguntando constantemente al tiempo que dejaba algo a cambio, y cansado de ella, exigiendo demasiado u oprimiendo al ofrecer más de lo que ella podía aceptar.


Mac no hizo nada de eso, sino que sólo la quería, en silencio, con paciencia, con suerte, y esta clase de fidelidad generosa era muy elocuente, de una naturaleza propia de ella. No podía rechazar o reprender, ya que nada se le pidió o instó, no había necesidad de frialdad, porque nunca presumía, sin convocatoria de lástima, ya que nunca se quejó. Todo lo que podía hacer era tratar de ser lo más justa y verdadero como él, y esperar con confianza por el final, cualquiera que fuera  este.


Por un momento a ella le gustó el nuevo interés que se posaba en su vida, pero no hizo nada para alentarlo y pensó que si le daba ese amor y no comida pronto moriría de hambre. Pero parecía prosperar el aire, y en la actualidad se empezó a sentir como si una voluntad muy fuerte fuese lenta pero constantemente la  influenciara en muchos aspectos. Si Mac nunca le hubiese dicho que tenía la intención de "hacer que lo amara",  podría haberlo dado inconscientemente, pero ahora confundía el impulso de obedecer a esta corriente subterránea de la compasión y resistió valientemente, sin comprender aún el motivo de los disturbios que tomaron posesión de ella a estas alturas.

Ella tenía  muchos estados de ánimo como en un día de abril, y se habría sorprendido el Dr. Alec por sus caprichos si hubiera sabido todos ellos. Sin embargo, él vio lo suficiente, adivinando lo que pasaba, pero no le hizo caso, pues sabía que esta fiebre debía seguir su curso, y tanta medicina  sólo hace daño. Los demás estaban ocupados en sus propios asuntos, y tía Abundancia estaba demasiado absorta en su reumatismo como para pensar en el amor, por el frío fijado en la primera, y la pobre señora mantuvo la habitación por días con Rosa como enfermera.


Mac había hablado de irse en noviembre, y Rosa empezó a esperar que lo hiciera, porque decidió que este tipo de adoración silenciosa era malo para ella, ya que le impedía constantemente buscar los empleos que había marcado para ese año. ¿Cuán beneficioso era tratar de leer libros útiles cuando sus pensamientos vagaban continuamente a los ensayos con encanto en: "El amor" y “la amistad"? ¿Para copiar modelos antiguos, cuando todas las cabezas masculinas parecían Cupido y las femeninas, como la de Psique en la repisa de la chimenea? ¿Para practicar la mejor música si terminaba cantando una y otra vez la canción de primavera sin el coro de aves de Febe? Dulce era una compañía más agradable ahora, pero rara vez hablaba, meditando tanto como era posible. Incluso la franela roja de tía Abundancia, el alcanfor, y extracto de Pond eran preferibles a la sociedad en general, y largos paseos solitarios caían sobre Rosa que parecía que lo único que ponía a tono después de uno de sus intentos de averiguar lo que debía o no hacer.


Ella se decidió por fin, y armándose con una pluma sin hacer, como Fanny Squeers, ella valientemente entró en el estudio para hablar con el Dr. Alec a la hora que Mac estaba por lo general ausente.

-Quiero un bolígrafo para marcar, ¿me puedes hacer uno, tío? -preguntó ella, haciendo mover su cabeza para asegurarse de que estaba solo.


-Sí, querida- respondió una voz tan parecida a la del médico que entró sin demora.


Pero antes de que ella hubiera dado tres pasos se detuvo, observando  un poco molesta, porque la cabeza que se levantó de detrás del mostrador alto no era áspera y gris, sino de color marrón y liso, y Mac, no el tío Alec, estaba sentado escribiendo. La última experiencia le había enseñado que no tenía nada que temer de un tete-a-tete y, teniendo que tomar una resolución con dificultad,  no le gustaba al fracaso de llevarlo a cabo.


-No te levantes, yo no te molestaré si estás ocupado, no hay prisa- dijo, sin saber muy bien si era prudente permanecer ahí o salir corriendo.


Mac resolvió el punto tomando la pluma de su mano y empezó a cortarla, tan silenciosamente como Nicholas hizo en esa "emocionante" ocasión. Quizás estaba pensando en eso, porque él sonrió mientras preguntaba

-¿Duro o blando?


Rosa evidentemente había olvidado que la familia de Squeers no existido jamás, porque ella respondió:

-Duro, por favor-  con una voz a la altura. -Me alegro de verte haciendo eso- añadió, tomando el valor de la compostura de él y  tan derecha en su punto como podría esperarse de una mujer.


-Y estoy muy contento de hacerlo.


-No me refiero a hacer las plumas, pero advierto el romance- y ella tocó la página cercana escrito ante él, observando como si ella quisiera leerla.


-Ese es mi resumen de una conferencia sobre la circulación de la sangre- respondió él, amablemente girándola para que ella pudiera ver.-Yo no escribo novelas, estoy viviendo una-  y miró hacia arriba con la expresión feliz, optimista, que siempre la hacía sentir como si estuviera colmada de carbones de fuego en la cabeza.


-Me gustaría que no me miraras de esa manera, a mí me mueve en exceso- dijo ella con cierta petulancia, porque había salido a caballo, y sabía que no presentaba una "espiritual" apariencia después que el aire helado había enrojecido su nariz así como sus mejillas.


-Voy a intentar recordarlo. Sí no sale por sí mismo es mejor saberlo. Tal vez esto puede arreglar las cosas.- Y sacando los anteojos azules que a veces llevaba al viento, con gravedad se los puso.


Rosa no pudo contener la risa, pero su obediencia sólo la agravó, porque sabía que él podía observar todo  mejor detrás de la fea pantalla.


-No, no se si llegarán, y yo no quiero parecer azul cuando no me siento así- dijo ella, viendo que era imposible adivinar lo que iba a hacer a continuación o para ayudar a disfrutar de sus peculiaridades.


-Pero no lo me lo hagas a mí, porque a pesar de las gafas, todo es color de rosa ahora- Y se guardó las gafas sin un murmullo en la encantadora inconsistencia de su ídolo.


-Realmente, Mac, estoy harta de estas tonterías, me preocupa desperdiciar tu tiempo.

-Nunca he trabajado más duro, pero, ¿realmente te molesta saber que te quiero? -preguntó con ansiedad.

-¿No ves cómo me haces una cruz?- Y se alejó, sintiendo que las cosas no iban como tenía la intención de que fueran.


-No me importa que las espinas si obtengo a la rosa del pasado, y todavía la esperaré si me permites, por lo tanto, unos diez años- dijo el pretendiente persistente, bastante impávido ante la posibilidad de una espera larga.

-Creo que es bastante difícil ser amada, me guste o no- objetó Rosa, en una pérdida total de cómo hacer ningún progreso contra tal esperanza indomable.


-Pero no puedo evitarlo, ni puedo, así que debo seguir haciéndolo con todo mi corazón hasta que te cases, y entonces… bueno, entonces me temo que puedo odiar a alguien en su lugar- y Mac estropeó la pluma por un corte involuntario de su cuchillo.


- Por favor, no, Mac.


- ¿Hacer qué?, ¿amar u odiar?


-Anda y cuida a otra persona, hay un montón de chicas guapas que estarán encantadas de hacerte feliz- dijo Rosa, decidida a poner fin a su inquietud de alguna manera.


-Eso es demasiado fácil. Me gusta trabajar por mis bendiciones, y cuanto más tengo que trabajar, más suelo valorarlas cuando llegan.


-Entonces, si de repente me pongo muy amable, ¿dejarás de preocuparse por mí?- preguntó Rosa, cuestionándose si ese tratamiento podría librarla de una pasión que ambos tocaban, y que la atormentaba.


-Prueba y verás-  Más aún había una luz traicionera en los ojos de Mac, que mostró claramente lo fallido que sería.


-No, voy a conseguir algo que hacer, tan absorbente que voy a olvidar todo de ti.


-No pienses en mí, si te preocupa- dijo él con ternura.


-No puedo evitarlo- Rose intentó coger de nuevo las palabras, pero ya era demasiado tarde, y ella se apresuró a añadir - Eso es, no puedo evitar desear que me olvides. Es una gran decepción encontrar que estaba equivocada cuando me esperaba cosas tan bellas de ti.


-Sí, estabas muy segura de que había el amor cuando había la poesía, y ahora quieres poesía cuando no tengo nada en la mano, sino el amor. ¿Marcarás los dos juntos, por favor?


-Prueba y verás.


-Haré lo mejor que pueda. ¿Algo más? –preguntó él, olvidando la tarea pequeña que ella le había dado en su afán de intentar la mayor.


-Dime una cosa. Muchas veces he querido saber, y ahora hablando de ella me atrevo a preguntar. ¿Te preocupabas por mí al leerme a Keats el verano pasado?


-No.


-¿Cuándo comenzó?- preguntó Rosa, sonriendo a pesar de sí misma en su honestidad poco halagüeña.


-¿Cómo puedo saber? Sin embargo, tal vez comenzó allí, porque esa charla nos puso por escrito, y las letras me mostraron cuan alma hermosa posees. Me encantaba ese principio era tan rápido para reconocer las cosas buenas, para usarlas cuando llegaran, y darlas de nuevo tan inconscientemente como una flor toma aliento. Anhelaba que regresaras a casa, y quería que me encontraras alterado para mejor, de alguna manera, como te había hallado. Y cuando llegaste era muy fácil ver por qué necesitaba que te gustara del todo, y decírtelo así. ¿Eso es todo, Rosa?

Una historia corta, pero fue suficiente la voz que dijo la simple verdad, que  hizo estas pocas palabras tan elocuentes, que Rosa se sintió fuertemente tentado a añadir la secuela que Mac deseaba. Pero sus ojos habían caído a medida que hablaba, porque sabía que  estaban fijos en ella, oscuros y dilatados, con la misma emoción reprimida que ponía con tanto fervor en su tono tranquilo, y justo cuando estaba a punto de mirar hacia arriba, cayeron sobre un escabel un poco deteriorado. Bagatelas  que afectan a las mujeres con curiosidad, y muchas veces, más irresistible cuando ellas se balanceaban con un poco de agitación. La vista del cojín viejo recordó vívidamente Charlie, porque él la había golpeado en la noche que no le gustaba recordar. Al igual que una chispa que disparó una larga serie de recuerdos, y la idea pasó por su mente:

-Me imaginaba que lo amaba y dejé que él lo viera, pero me engañé a mi misma y él me lo  reprochó con una simple mirada que dijo demasiado. Este sentimiento es muy diferente, pero muy nuevo y repentino para fiarse. No voy a mirar ni a hablar hasta que esté muy segura, porque el amor por Mac es mucho más profundo que el del pobre Charlie, y yo debo ser muy segura.


No con esas palabras quiso resolverlo, pero en un impulso rápido, ella obedeció la certeza de que estaba en lo cierto, ya que era difícil de ceder ante ello. Sólo un instante de silencio seguido por respuesta de Mac mientras permanecía de pie mirando hacia abajo con los dedos entrelazados y el color variando en sus mejillas. Una actitud tonta, pero Mac pensó que una imagen de una dulce doncella vacilaba y comenzó a cortejar  la esperanza de que un mes estuviera a punto de terminar en victoria para toda la vida. Sin embargo, se engañó y el agua fría cayó sobre su llama, sometiéndola, pero de ninguna manera  extinguiéndola, cuando Rosa lo miró con un aire de determinación que no podía escapar a sus ojos que estaban creciendo maravillosamente previsores últimamente.

- He venido aquí a pedir al tío que te aconseje desaparecer pronto. Eres muy paciente y tolerante, y siento que es más de lo que puedo decir. Pero no es bueno para ti que dependas de nadie tanto por tu felicidad, creo, y sé que es malo para mí sentir que tengo tanto poder sobre un semejante. Vete, Mac, y ve si esto no es un error. No dejes que un lujo por mí cambie o retrase tu trabajo, ya que puede terminar tan súbitamente como había empezado, y luego los dos deberíamos reprocharnos a nosotros mismos y a los demás. ¡Hazlo, por favor! Te respeto y me preocupo por ti demasiado, no puedo estar feliz de tener todo y no dar nada. Lo intento, pero no estoy segura de que quiero pensar que es demasiado pronto para saberlo todavía.



Rosa comenzó con valentía, pero terminó en una especie de revoloteo, de manera que ella se dirigió hacia la puerta, por la cara de Mac cayó en un primer momento, pero más adelante se iluminó mientras ella continuaba, y en la última palabra, pronunciadas casi involuntariamente, se echó a reír de sí mismo, como si esta orden del exilio le agradara mucho.

-No digas que te di nada, cuando tú acabas de mostrarme que estoy recibiendo. Me iré, voy a irme de una vez y veré si la ausencia no te ayudará a “pensar, saber, y estar segura como lo estoy”. Me gustaría poder hacer algo más por ti. Ya que no puedo, ¿adiós?


-¿Te vas ahora?- Y Rosa hizo una pausa en su retirada al mirar hacia atrás con cara de asustada mientras él le ofrecía una pluma mal hecha y abría la puerta para ella al igual que el Dr. Alec siempre lo hacía, porque, a pesar suyo, Mac se parecía al mejor de sus tíos.


-Aún no, pero ¿eso quieres?

Rosa se puso rojo como una amapola, cogió la pluma, y ​​voló escaleras arriba, llamándose por  nombres duros mientras laboriosamente echaba a perder todos los nuevos pañuelos de bolsillo de la tía Abundancia,  marcándolos "AMC”


Tres días más tarde Mac dijo "adiós" en serio, y nadie se sorprendió de que él los dejara abruptamente, haciéndolo a su modo, y un ciclo de conferencias para un viaje a L por un médico famoso de razón ostensible. El tío Alec abandonado vergonzosamente en el último momento, enviando la palabra de que iba a estar en la estación para ver al viajero, tía Abundancia estaba en su habitación, así que cuando Mac bajó de despedirse de ella, Rosa se reunió con él en el pasillo, como si estuviera ansiosa de no demorarlo.
Ella tenía un poco de miedo de otro tete-a-tete, cómo el pasado que había salido tan mal, y había asumido un aire tranquilo y amistoso, el que representaba un halago para sí misma que  claramente mostraría en qué términos deseaba participar.

Mac aparentemente entendido,  no sólo captó la indirecta, sino que la superó en su compostura alegre, pues, limitándose a decir:

-Adiós, prima, escribe cuando te apetezca- él sacudió las manos y salió de la casa tan tranquilo como si  se fuera sólo un día en lugar de tres meses que tendrían que pasar antes de que volvieran a encontrarse. Rosa sintió como si se hubiese dado una ducha fría y estaba a punto de retirarse, diciendo para sus adentros con la decisión desdeñosa:

-No hay amor en ello después de todo, sólo una de las excentricidades del genio-  cuando una ráfaga de aire frío le hizo recurrir a encontrarse a sí misma en lo que parecía ser el abrazo de un abrigo impetuoso, que envolvió cerca por un instante y luego desapareció tan repentinamente como había llegado,  yendo a esconderse en el santuario y confiar a Psique con un tipo de licitación de triunfo en su voz jadeante:

-No, no, no es el genio, ¡debe ser amor!


2 comentarios:

  1. Gracias Rina. Sólo faltan 4 capítulos. Te estamos agradecidas por tu generosidad.

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  2. No es nada, para mí es un placer. Tengo licencia médica, así que por la noche seguiré y espero poder terminar el libro de una vez.

    Saludos ^^

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